Todo el amor del mundo concentrado en un solo día. Él, el perfecto “gentleman”, mezcla de catalán, inglés y suizo, y ella una suiza hecha de pura dulzura…Ambos eligieron cadaqués para realizar su sueño y a nosotras para ayudarles a llevarlo a buen puerto. Dejamos volar la imaginación y transformamos una preciosa villa en un espacio lleno de candelabros y flores con tonos pastel con las mejores peonías, flores de guisante, astilbes….llevamos una naturaleza delicada y sofisticada al interior de la casa ya que tuvimos que despistar a la tormenta durante la hora de la cena.

La parte central fue la ceremonia religiosa, íntima y cargada de simbología; sin duda fue una boda en petit comité, unos 50 familiares y amigos cercanos que acabaron llorando, riendo, bailando e incluso lanzándose a la piscina. El amor, la buena comida catalana km 0 del catering El Ginjoler, y la mejor voz en directo pueden hacer que te olvides hasta del diluvio universal.